Si se pasa de prisa parece otra casa a orillas de calle en el sector 11 de Las Mañanitas. Pero si se mira con más calma se alcanza a leer el letrero que dice Centro Juvenil y Biblioteca Las Mañanitas, Asociación de Exalumnas del Colegio Las Esclavas. “Volvamos a hacer algo juntas”.
Hay un jardín con bancas de cemento. En la fachada, varios letreros: “Te esperamos este martes a la peli Zootopia”, “Todos los sábados clase de coro”, “Este sábado sí hay servicio social”.
Carmen Rodríguez recibe a los niños que se registran al entrar.
En la puerta de entrada está sentada Carmen Rodríguez, quien fue portera durante 35 años en Las Esclavas. Al jubilarse se vino a trabajar acá. Allí también custodia la entrada y cuida el libro de registro en el que, quienes llegan, escriben su nombre, su edad, colegio y lugar de procedencia. “Esto nos sirve para llevar un conteo”, explica Mirella Porras de Arias, coordinadora del centro y miembro de la junta directiva de las exalumnas. Al día se anotan alrededor de 140 niños y jóvenes.
Lupita Méndez, también de la junta directiva de la asociación de exalumnas, y subcoordinadora del centro, cuenta que en todo el mundo las exalumnas de Las Esclavas tienen asociaciones. Una tía de ella, que era religiosa, constantemente le preguntaba: ¿cuándo van a forma la asociación en Panamá?
La primera intención hace 20 años era hacerlo en Tocumen, pero descubrieron que allí, en Las Mañanitas, había más necesidades, y según lo que les dijeron los moradores, faltaba una biblioteca. Con eso empezaron.
Hoy el centro tiene además sala de juegos con mesa de pimpón y fulbito, juegos para preescolares, una media cancha de baloncesto, y alberga la infoplaza, centro de computadoras del lugar. Los niños no tienen que pagar, pero se les pide su certificado de nacimiento o su cédula juvenil para que se registren la primera vez.
La infoplaza
A estudiar y a jugar
Alrededor de la 1:00 p.m. no debe haber ningún niño en uniforme allí, explica Luz Cantillo. Suelen recibir a tres grandes grupos: los niños que van en la mañana porque estudian en la tarde; los que llegan al mediodía después de que han salido de clases; y los que vienen en la tarde sin uniforme. Vienen a jugar, a estudiar, a reunirse para trabajar en grupo o hacer uso de la cancha de baloncesto que está atrás. El objetivo del centro es ofrecer un espacio para aprendizaje y también para el ocio.
Cantillo, que trabaja allí desde hace casi una década, explica que muchos estudiantes salen de las escuelas, que quedan a pocos pasos del lugar, y se quedan un rato jugando. A ellos se les pide que vayan a su casa, se cambien y regresen. Es importante que lleguen a sus hogares y sus padres los vean.
En el área de juegos hay risas, bromas y el bullicio propio de un patio en recreo. Pero además de que por todas partes hay letreros que invitan a la cortesía y al orden, el personal está pendiente de que no haya peleas ni conductas inapropiadas. Allí laboran Gladina Guatico, trabajadora social, cuando llegamos atendía a un grupo de preescolares y les daba una merienda. Perla Pérez, psicóloga, quien trabaja con la inteligencia emocional. Érica Quintero está en la infoplaza apoyando a los niños que usan las computadoras, pero también supervisando que las usen bien; por ejemplo, algunos encienden una computadora y después quieren otra, olvidando la que dejaron encendida.
Los niños llegan solos, en grupos escolares, pero también vienen de casa junto a sus hermanos. El personal parece conocerlos bien, como lo demuestra un mural en el que están anotados los cumpleañeros del mes de junio.
El área de la infoplaza y de la biblioteca está separada; allí hay más silencio. Los jóvenes investigan para sus tareas en internet, pero también usan las computadoras para jugar.
Alumnos de Las Esclavas y universitarios hacen aquí su servicio social.
Los martes, un busito pasa a buscar a los niños, previa autorización de sus padres, para llevarlos a la galería Allegro para clases de pintura, y dos veces al mes visitan el Museo de Arte Contemporáneo para ver una exposición y tomar una clase.
Además de estudiantes, el centro también recibe a adultos que han vuelto a la escuela y están estudiando por módulos; ellos necesitan un espacio para concentrarse y allí lo encuentran.
En el sector 11
El centro funciona en el sector 11 del corregimiento de Las Mañanitas, que tiene 95 mil habitantes y es parte del distrito de Panamá.
Como lo revela su libro de registros, asisten niños y estudiantes que pertenecen a los sectores del 10 al 23; las comunidades de Génesis, 8 de Septiembre, El Nazareno, San José, El Valle, La Colorada, Altos del Puente, Tercera Etapa, 3 de Mayo y Parque Real.
Las alumnas de Las Esclavas, así como hermanas y profesoras coordinadoras del colegio, llevan a cabo allí sus actividades como parte del servicio social.
Una ‘chichita’ por el centro
La fiesta de La Chichita es una tradición anual de las exalumnas de Las Esclavas. La organizan quienes cumplen 30 años de graduadas: la promoción de 1986.Paula Fábrega, presidenta de la Asociación de Exalumnas, comenta que siempre se invita a las organizadoras de La Chichita para que hagan una visita y conozcan el centro si aún no lo han hecho.
Lo recaudado en esa fiesta, que este año será el miércoles 6 de julio en el Hard Rock Hotel, sirve para financiarlo de dos a tres meses las operaciones del centro.
El lugar se sostiene con varios colaboradores. La Asociación de Esposas de Banqueros de Panamá sufraga las clases de coro. La compañía aérea Copa donó la media cancha de baloncesto. La Universidad Santa María la Antigua hace allí su servicio social. Las fundaciones Manos Amigas y Doña Panchita también contribuyen con donaciones.Banco General da apoyo con proyectos como las excursiones. Las Damas Guadalupanas otorgan cupos para que los niños del centro vayan a su campamento anual. La estructura fue remodelada por el Club Activo 20-30, como se puede leer en una placa en la fachada.
Son tantas personas las que ayudan que las coordinadoras no están seguras de si deben darnos una lista, porque cuando se mencionan nombres siempre queda alguien importante por fuera.
El día que visitamos el centro también lo hizo un grupo de las organizadoras de La Chichita 2016. Al entrar y encontrarse con Carmen Rodríguez, la portera de sus años de escuela, las exalumnas se emocionaban y se fotografiaban con ella.
Era un buen comienzo y reafirmaba que había llegado el momento de volver a hacer algo juntas.
Lupita Méndez, Paula Fábrega de Navarro y Mirella Porras de Arias, de la junta directiva de la asociación